domingo, 4 de junio de 2017

De la explotación infantil a la batería de los móviles y tabletas. "VIAJE AL INFIERNO DEL COLTÁN"

Piden a empresas como Apple, Microsoft o Samsung que se aseguren de no usar productos extraídos por mano de obra infantil

"El infierno está a la vuelta de la esquina, en medio de un paraíso verde, aunque no es fácil acceder a él. En Congo no hay nada sencillo pero tampoco imposible. El dinero abre las puertas de la casa del diablo. Nuestro destino es la gran mina de coltán de Rubaya, cuna de los minerales que alimentan nuestros móviles y tabletas en el primer mundo.

Al dejar atrás Goma el horizonte gris se vuelve verde, con colinas de pastos que recuerdan al paisaje suizo. Solo que esto es Congo, el país con una de las tierras más fértiles de África y donde, sin embargo, la población pasa más hambre. Tres horas después llegamos a Rubaya, en la provincia de Masisi, el 'far west' congoleño. El polvo y la niebla cubren este lugar de madera y barro, haciéndolo casi fantasmal.

"Este pueblo empieza a conocer el desarrollo. Es una mezcla entre el pasado y el futuro. Parece congelado en el tiempo, pero aquí hay dinero porque es de donde salen los minerales. Por eso esta región se la disputan varios grupos armados", explica Eddy Mbuyi, nuestro guía al corazón de las tinieblas. Como los poblados de los buscadores de oro en el lejano oeste americano, no hay ley ni nadie que la aplique. Todos buscan enriquecerse rápido aunque muy pocos lo consiguen


Miles de personas trabajan a diario en esta mina, parte a cielo abierto, parte en profundas galerías. Era de propiedad pública hasta que sus explotadores se agruparon en cooperativa para gestionar mejor sus recursos. Aunque de sus entrañas sale mucho dinero, en Rubaya no hay hospitales ni colegios. Tampoco luz ni electricidad. Eddy nos explica que en temporada de lluvias la montaña se derrumba y engulle con ella a muchos de los esclavos. "¿Veis esos puntos blancos que parecen árboles en lo alto de la montaña? Es la hilera de mineros descendiendo con antorchas. Cada día mueren aproximadamente 40 personas", dice.


Minero a los 16.

Inocence, de origen ruandés, se presta a contarnos cómo trabaja y en qué condiciones vive. Entramos en su casa, una choza de tres metros cuadrados de palos y plásticos, escoltados por un cortijo de niños descalzos. Tiene 16 años.
- Inocence ¿Cuánto se tarda en llegar a la cantera?
- Depende de la lluvia. Yo tardo una media hora. Vosotros tardaréis mucho más.
El niño se presta a acompañarnos a la mina al día siguiente.
Al amanecer emprendemos la marcha: dos horas a pie por empinados y resbaladizos caminos de barro, convertidos en chocolate por la lluvia incesante y la humedad que lo impregna todo. En la travesía se cruzan niños descalzos con ancianas que portan cajas de cerveza atadas a la cabeza. Mercancía para abastecer a los que empuñan las palas.
Soportar la carga es un desafío formidable, teniendo en cuenta lo rápido que avanzan y que van a subir el trayecto más veces en lo que queda de día.
- Inocence, cuéntanos como es un día en la mina
- Subimos por la mañana temprano y volvemos por la tarde, aunque a veces es ya de noche. Trabajamos sin descanso para sacar la tierra. La metemos en sacos que luego bajan otros al río.
Con la inocencia de quien no sabe que trabaja en el infierno, relata su vida cotidiana en la cantera. Nos cuenta que cobra un dólar por ocho horas de pico y pala en medio de la neblina. Escala la montaña en zapatillas, sin botas, sin importar si llueve. Sólo se cubre con una tela verde como el valle idílico que rodea la cantera del diablo.
- ¿Vas al colegio Inocence?
El niño niega con la cabeza.
- ¿Has ido alguna vez?
Vuelve a negar.
- ¿Te gustaría ir?
Esta vez la pregunta le deja perplejo. No sabe qué contestar. Nunca se ha planteado una vida distinta a la que tiene. Nunca ha tenido la posibilidad de cambiar el pico por un libro.
Información sacada de aquí

Sí iba a hacer un vídeo sobre ésto, pero simplemente no supe cómo reflejar éste infierno con imágenes, y es que no hay nada comparable con lo que éstas personas viven diariamente.
Me ha impactado muchísimo que los trabajadores ni si quiera sepan a dónde va el coltán que ellos mismos extraen y el dinero que origina éste, así pues, tampoco saben lo que es una mina roja (trabajan niños y mujeres embarazadas) ni lo que es una mina verde (trabajan hombres y mujeres en mejores condiciones) realmente el mundo está tan mal, que da miedo.

Espero que hayáis comprendido lo que he querido reflejar sin explicarlo concretamente, pero por si no os ha quedado muy claro con el testimonio de Inocence, y con lo que viven los trabajadores a diario os invito a que le echéis un vistazo a estos vídeos y a este enlace.

1 comentario:

  1. Mucha información. Espero que te haya servido para entender este, y otros problemas similares (bastante complejos por cierto). Un saludo

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